jueves, 10 de marzo de 2011

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Cuando la vida te da un duro golpe, sea de la forma que sea, hay que saber levantarse y tirar para , delante.
Esto es lo que aprendí de Juan, un indigente que conocí hace ya algún tiempo y con el que en mas de una ocasión he tenido mis charlas y alguna que otra discusión, siempre en plan de colegas, sin llegar la sangre al rio…
Juan fue un buen albañil, oficial de primera para mas señas, un paleta , que un buen día la vida le dio una patada en el culo y todo lo que conocía, trabajo, familia, amigos, se fue a la mierda por culpa de la burbuja inmobiliaria de los cojones, a sus casi 58 años se vio en la puta calle, con una familia que mantener y muchas obligaciones que cumplir…
Y cuando la pasta desaparece, los problemas vienen solos. Su mujer le abandono, sus hijos ya ni le hablan, hace mas de dos años que no los ve, y el te lo cuenta todo con naturalidad, con esa mirada afable y ese brillo en los ojos inundados de alcohol.
Duerme donde puede, come lo que le dan, apenas puede pedir unos céntimos en la puerta de la iglesia debido al monopolio de grupos de gitanos rumanos, va de aquí para allá buscándose la vida, es un superviviente nato…
Dice entre cigarro y cigarro y algún trago de vino rancio que ese rollo de Caritas no le va, que eso de los comedores y albergues para indigentes no es lo suyo, que el es un espíritu libre y que así quiere morir…no le falta razón...
Todo esto viene a cuento de esa noticia en la que un tipo en Olot se ha cargado a cuatro pobres diablos. Cuando las cosas vienen mal dadas hay dos formas de solucionarlas, una es echarse al monte escopeta en mano y arreglar cuentas con el destino y a veces hasta con el pasado y otra muy distinta es echarle un par de narices y vivir la vida como hizo Juan, bien o mal, pero vivirla que no es poco…


Como me dijo una vez Juan,”mira.... en esta puta vida de mierda podrás perder todo, el dinero, el piso, el trabajo, incluso hasta la parienta, pero joder no pierdas nunca la dignidad” y que razón tenias amigo…
Hace ya meses que no le veia…hasta hoy. De camino al curro a eso de las seis y media de la mañana con un frió del carajo, parado en un semáforo, se me ocurrió echar una mirada a mi derecha, y ahí estaba el, en un cajero automático, sentado, hablando solo, con una brik de vino en la mano y cuatro cartones como cama, y no se por que (cosas del destino supongo) me ha mirado, me ha sonreído, y yo me he sentido feliz…
Este post va dedicado a personas como Juan, personas a las que un día la vida les quito todo, todo menos la DIGNIDAD.

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