Quién tiene un por qué encuentra el cómo. Tras este mensaje, se esconden infinidad de sentimientos. Desde los más esperanzadores y optimistas hasta los más entusiastas. Y es que, soñar por lo que uno quiere, es el motor que da sentido a nuestra vida. Sin embargo nadie dijo que fuera fácil. Es cierto que soñamos todos los días, pero ¿cuántos de estos sueños cobran vida en el mundo real? Soy de los que piensa que los sueños se cultivan, y que es necesario invertir un gran esfuerzo para alcanzarlos. En este punto entran en juego valores tan vivos como el sacrificio, la motivación y el compromiso. A estos tres pilares, que forman los cimientos de cualquier sueño, hay que añadir un último al que podemos denominar la visualización. Es cierto que es fundamental invertir tiempo y es cierto que es necesario trabajar día a día por lo que uno cree, pero no me cabe duda que de la mano de estos valores es necesario visualizar nuestros sueños. Verlos a través de nuestra imaginación, sentirlos cerca, hablar de ellos… son algunos de los alicientes que nos trasladan a ese mundo de los sueños dónde todo es posible. Hasta ahora, hemos hablado de cómo afrontar el camino que nos lleve hacia la consecución de una meta, pero ¿qué pasa cuando no existe nada por lo que luchar? ¿Qué pasa cuando sólo tienes pesadillas? En este caso, debemos enfrentarnos a la vida de cara. Dicen que el que busca buenas vibraciones, las acaba encontrando y sólo por este motivo debemos mirar a la vida de cara y levantarnos todos los días con ganas de volar. Rodearse de gente dinámica y emprendedora, pensar en positivo, abrir los ojos al cambio, empatizar con asertividad, dialogar y arriesgar son algunas de las claves que nos ayudarán a encontrar el cómo. Por qué el que tiene un por qué, encuentra el cómo.
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