viernes, 9 de septiembre de 2011

DEMASIADAS TARDES

Con el vaso lleno de aire derramo el frío. Sólo puedo asegurar que las baldosas son veinte, si las cuentas desde mi lado. Nunca recuerdo por qué te (ll)amaba (v)ida ni por qué se tatuó tu mirada debajo de mis uñas rotas.

De aire, aquel vestido que nunca se arrugó y el catálogo más completo de disfraces, para esconder que ya era tarde para jugar al aquí estás aquí estoy. Y aunque ya pasaron tantos años como baldosas y el viento es tan estéril, sigo - como en aquella canción - empeñándome en dibujar un corazón de tiza en la pared.

Con el vaso lleno de aire, estampo todos los reflejos que retumban en mis jaretas, vuelvo a arrancar la página 26 y cierro el libro (como cada tarde).

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