jueves, 16 de febrero de 2012

LIMITES

Dónde residen los límites? En qué punto deberíamos parar?

Calidad humana deplorable es lo que demuestran tener algunos.


Irónica la existencia de ciertos sujetos que refuerzan tus creencias sobre la exigua integridad que impera en la sociedad. Irónico y paradójico porque, qué casualidad, son los que te conminan a confiar más en el prójimo, con la cantinela de que no todo el mundo es igual -YO (y resalto el yo) no soy así, te lo voy a demostrar, ya verás-.




Y tu, que parece que bajes de la parra, co
mo si no hubieras visto ya de todo, vas y les das un voto de confianza. No es candidez, no, es un tremendo dislate, digno del primer premio a jumento del año!.

Porque cuando piensas que si, que quizá es verdad que no todos son iguales, que no puedes medir a toda la humanidad con el mismo rasero, qué sucede? que te la endiñan sin vaselina. Y te jodes, y te cabreas, y te desilusionas y te juras a tí misma que nunca más volverá a suceder, que no te la darán con queso otra vez.

Y posiblemente estás cerrando la puerta a personas maravillosas, con mucho que ofrecer, pero gracias a energúmenos como los que te has ido encontrando pagan justos por pecadores, y prefieres no conocer a nadie, y menos todavía dejar que te conozcan.

Y te preguntas si se lo pasarán en grande ejerciendo de cabrones, porque alguna cosa buena debe tener ser así, aunque en tu inconsciencia no sepas verlo. Y deseas que algún día encuentren la horma de su zapato, que prueben su propia medicina, más que nada por eso del desquite, aún a pesar de que no seas tu quien saboree el momento.

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