Llegó el día. Tras años de dar vueltas, de buscar motivaciones, de
encontrar un camino, de aburrir a conocidos y amigos con mis neuras, por
fin me decidí. Era ahora o nunca.

La segunda piedra fue la peor: darme cuenta de todo lo que voy a dejar atrás. Siempre lo había tenido presente pero ahora se ha convertido en una realidad que inevitablemente habrá que afrontar. Me quedan 6 meses. De un modo u otro mi vida va a cambiar, esa es la idea.
Ahora sólo queda confiar en que los castillos que hice en el aire vayan
aguantando la marea y se empiecen a cumplir los sueños para los que no
estoy seguro de estar preparado, aunque los haya vivido una y otra vez
en mi mente.
Habrá que renunciar a todo para empezar de cero. Aunque lo importante siempre estará conmigo, allá donde me encuentre.
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