Hace mucho,
mucho tiempo atrás, cuando el hombre genéricamente hablando, comenzó a
buscar el lugar donde se aloja el alma se fijó sobre todo en el corazón.

Platón
apostaba por dos almas, una de las cuales, el consideraba que era
inmortal y la ubicaba en la cabeza, y la otra, mortal ubicada en el
corazón y a su vez ésta... albergaba los sentimientos.
Aristóteles pensó en una sola ubicación para las dos almas: el corazón.
Mientras los filósofos debatían, el dios Eros disparaba flechas a los corazones de los hombres y las mujeres. Unas flechas eran de oro y hacían nacer el amor a primera vista, otras eran de plomo y provocaban la indiferencia. Eros pasó a Roma, cambió su nombre por el de Cupido, y siguió disparando flechas.
Mientras los filósofos debatían, el dios Eros disparaba flechas a los corazones de los hombres y las mujeres. Unas flechas eran de oro y hacían nacer el amor a primera vista, otras eran de plomo y provocaban la indiferencia. Eros pasó a Roma, cambió su nombre por el de Cupido, y siguió disparando flechas.
Ahora ¿Por qué el corazón y no algún otro órgano de nuestro cuerpo?
Secillamente
porque cuando vemos, oimos o sentimos a la persona que queremos...
sentimos latir nuestro corazón desbocadamente... además su aspecto de
color rojo, contribuyó a la "fama" de ser el color de la pasión!!
El
corazón centro indiscutido de nuestro cuerpo ha dado tema a poetas de
todos los tiempos, a escritores, filósofos y cantantes.
Pero... ¿existe alguna teoría que sustente esta tradición de tanto tiempo de unir el corazón con el alma y los sentimientos?
El gran pensador francés del siglo XVII Blaise Pascal afirmaba que “el corazón tiene razones que la razón no conoce”,
y los intentos de “racionalizar” los vínculos entre corazón y
sentimientos están aún como en tiempos de Platón y Aristóteles: los
científicos no logran llegar a un acuerdo. Pero... hay algo cierto, por
más que yo razone y me de cuenta que Cupido lanza por mi... flechas de plomo provocando indiferencia, mi corazón las siente como de oro...
Y aunque sé que el primer suspiro de amor es el último de la razón... esperaré a que algún día Cupido y mi corazón logren entenderse y que las flechas sean, en algún momento... iguales.
Hecho que agradeceré... con todo mi corazón.
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