domingo, 20 de octubre de 2013

EL HABITO NO HACE EL MONJE




Yo sé que la fe humana arrolla de forma inconmovible a seguir una doctrina que no lo aleje de todo aquello en lo cual pueda depositar su esperanza y sosiego. La fe mueve montañas sin percatarse que esas montañas ya existían antes de pensar en moverlas. La sede episcopal no promulga del todo los salmos que en su día fueron plasmados en la Biblia y muchos de ellos fueron profanados por ellos mismos. No quiero decir que se englobe a todos por igual, pero la norma repetitiva los hacen cómplices de alguna manera. ¿Removemos los casos de pederastas que ni fueron sacados del hábito? ...Sólo fueron trasladados de parroquia y llamados "enfermos", ¿seguirán con esa enfermedad manipulando a niños que el día de mañana vean a Dios como opositor? ...El verdadero Dios los echaría del templo.

Vamos con el aborto. No entro personalmente, porque no soy partidaria de matar ninguna vida. La Iglesia perdona a toda discípula que después de una violación haga un aborto, es más, después de casi cuatro décadas y en el derrumbe de muchos conventos se encuentran restos óseos de fetos enterrados... y no me da la gana de creer que una violación sea la excusa perfecta para esconder sus propios deseos carnales, pero son santos! ...La mujer que lo hace hoy en día es poco más que una atea. No distinguimos la libertad con el libertinaje y eso se lo tenemos que agradecer a la doble moralidad que imparten estos "parásitos del verdadero Dios".

Yo creo en Dios, mi fe y mi admiración no tiene líder, no voy a la iglesia a escuchar lo que en mi interior ya tengo. Escuchamos a un cura como quien escucha al discípulo de Dios, nos confesamos y pedimos perdón a nuestra verdadera fe. Los musulmanes no tienen guía, los ayatola se turnan y fomentan entre ellos el verdadero Dios a quien seguir. Concluyo, y sé que perderé muchas amistades, que os vaya bien y respetéis la ideología de otros. A los demás, gracias. Yo sólo creo en la fe que me demuestra mi verdadero Dios, no tienen que inculcármela seres que se atribuyen la capacidad de juzgar antes de ser juzgados ellos mismos ante la verdadera imagen de Jesucristo.




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