¡Hay tantas cosas que no comprendo en esta vida! Pero me centraré en las que sí comprendo.
Comprendo, por ejemplo, las ganas de Navidad. La Navidad con su fiesta y su música. La Navidad con su risa, comida y alcohol. Comprendo las ganas de frío y de nieve para arroparnos bajo las mantas, frente al brasero o la chimenea, con un libro, una peli, o chocolate caliente a la taza por compañeros. Comprendo las ganas de estar en familia, de ser mejor persona, de entregar mucho amor.
No comprendo cómo no es Navidad todo el año. No tanto por la fiesta en
sí como por las repentinas buenas intenciones que afloran en la época y
que lamentablemente desaparecen una semana después del nuevo año.
Pero he dicho que me iba a centrar en lo que sí comprendo. Así que comprendo que todos seamos diferentes y tengamos distintos pensamientos e ideologías, distintos sentimientos y metas dispares. No comprendo por qué se rechaza a quienes no piensan como nosotros y se otorga más importancia a unos ideales que a la persona en sí misma.
Pero he dicho que me iba a centrar en lo que sí entiendo.
Así que entiendo las ganas de paz, de un mundo mejor, de felicidad.
No entiendo por qué se busca la calma con la guerra ni por qué la gente
se dedica a criticar al prójimo en lugar de fomentar lo que ama.
Pero he dicho que me iba a centrar en lo que sí comprendo.
Y comprendo, como dijo Gandhi, que debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo. Entiendo también que la naturaleza es perfecta y que las tormentas son necesarias; las de lluvia, las de la vida, para los ríos, para nosotros. Comprendo que con cada caída nos hacemos más fuertes y con cada desengaño más humanos.
Pero he dicho que me iba a centrar en lo que sí comprendo.
Y comprendo, como dijo Gandhi, que debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo. Entiendo también que la naturaleza es perfecta y que las tormentas son necesarias; las de lluvia, las de la vida, para los ríos, para nosotros. Comprendo que con cada caída nos hacemos más fuertes y con cada desengaño más humanos.
Comprendo más de lo que crees y menos de lo que quisiera.
Y, sobre todo, comprendo que te quiero, que me quieres, que nos queremos.
Pero he dicho que me iba a centrar en lo que sí comprendo.
Y comprendo... Comprendo que quizá no sea este el momento ni el lugar. Entiendo también que a lo mejor no lo sea nunca.
No comprendo los planes del destino.
Pero he dicho que me iba a centrar en lo que sí comprendo.
Y comprendo, como dijo Goethe, que en la vida las cartas están echadas,
pero que cada uno puede hacer un juego diferente con ellas.
Así que juguemos.
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