La caballería croata, en la primera mitad del siglo XVII, conquistó a los refinados parisinos con su característico accesorio: el pañuelo anudado alrededor del cuello, Rápidamente, el nuevo detalle se volvió un símbolo de la cultura y de la elegancia entre la burguesía francesa.
El lenguaje de la corbata
La corbata es la evolución natural del pañuelo de cuello, que en otras épocas tenía una función protectora. Su historia comienza en el momento en que adquiere un interés puramente decorativo.
El término “corbata” (antiguamente “corvatta”) deriva del francés cravate, adaptación de la palabra croata hrvat.
El mundo conoció la corbata en la primera mitad del siglo XVII, durante la Guerra de los Treinta Años. La ágil caballería croata conquistó a los refinados parisinos con su característico accesorio, o sea el pañuelo anudado alrededor del cuello. Por su originalidad, la corbata fue recibida en París como un símbolo de progreso y de cultura entre la burguesía.
Ornamento indispensable de la elegancia masculina, expresa la personalidad de quien la usa y se convierte en instrumento de gran importancia en las relaciones sociales.
La ritualidad de este accesorio puede expresar tanto una identidad social permanente como una identidad temporal, la que asume un individuo en ocasión de una fiesta, de una ceremonia, de un rito.
A mediados del siglo XVII se siente la necesidad de embellecer y perfeccionar el cuello de la camisa con una especie de pechera de encaje o jabot, según la moda de Luis XIV. Pioneros de la verdadera corbata fueron los oficiales del regimiento de caballería ligera croata que llegó a Francia alrededor de 1636. Su uniforme preveía un cuello de muselina o de seda cuyas extremidades terminaban en un moño.
Luis XV inclusive instituyó el cargo de “porta corbatas”. En 1661, la duquesa de Lavallière, favorita del rey, introdujo el indumento, precursor de la corbata que luego tomará su nombre, inclusive en el mundo de la moda femenina.
Un siglo después, la moda será llevar una corbata negra. Se la hace girar dos veces alrededor del cuello para afirmarla luego con un nudo simple sobre el pecho. Durante la Revolución Francesa, Robespierre luce el corbatón en forma de pañuelo, con un nudo amplio y las puntas aleteantes. Ligada inicialmente al mundo político-militar, se transforma luego en el accesorio del dandi. Inspiradas por George Bryan Brummell, figura emblemática y referencia obligada en materia de elegancia masculina, la corbata es el elemento más importante en el arte de vestir.
A pesar de los cambios de moda y de la metamorfosis de la vestimenta, el concepto de corbata resiste y pasa triunfalmente al siglo XIX que lo sublima. En 1828 se escribe un tratado para aprender el arte del nudo. Los modelos más comunes son el moño, la Ascot o Plastrón, con alfiler y la règate, aparecida en 1860, con puntas cuadradas y nudo flojo. En 1925 el corbatero americano Jesse Langdorsf inventó y definió la corbata actual alargándola y volviéndola más estable con tres segmentos de tejido cortados en forma oblicua.
Evolucion
La corbata es un accesorio que ha sufrido continuos cambios no sólo en el tejido o en el corte sino también en el modo de llevarla. Mucho ha influido en años pasados el modo o la ocasión en que usan la corbata algunos personajes famosos, anticipando e interpretando varios estilos que no pasan nunca de moda. Hace años que el concepto de corbata se ha estabilizado en un aspecto uniforme. La moda influye solamente en las medidas, angosta, ancha, larga, corta, sin alterar la tradición.
La corbata moderna nace a partir de tejidos pesados de hilo teñido: los jacquard y los rasos lisos. Dado que estas elaboraciones permitían una limitada variación de los colores, se introdujo el estampado. Los pequeños dibujos geométricos son recurrentes a fines del siglo XIX hasta la década del ‘20. Las fantasías exóticas y los colores fuertes de los años ‘20 fueron sustituidos por colores más tenues en estilo Windsor y por el diseño cachemire en la década del ‘30. En la década del ‘60 estaban de moda las flores y las fantasías típicas del estilo hippie.
Los motivos llamativos de la década del ‘70 dejan lugar una vez más a colores menos brillantes y a los diseños de las décadas del ‘80 y ‘90. El paladín del microdiseño es, sin lugar a dudas, Marinella, quien mantiene desde Nápoles con toda su fuerza una antigua tradición y justifica la supervivencia de enteras manufacturas.
Elaboración
Para evaluar la calidad de una corbata la primera prueba necesaria es la del tacto. Otro detalle a observar son las costuras: las corbatas de buena calidad están compuestas por tres piezas separadas, cosidas luego a máquina. Totalmente invisible pero siempre presente, la entretela está siempre en el interior de la corbata. Los fabricantes están aún hoy en busca de la entretela ideal, a base de algodón, de lana, mezclada con fibras sintéticas o de composición secreta. La única corbata que se destaca de todo esto es la de Siete pliegues, una preciosa obra de arte para cuya construcción es preciso contar con un gran cuadrado de seda y plegarlo 7 veces hasta obtener propiamente una corbata.
Las corbatas se venden con los nudos ya hechos, sean éstas de tipo clásico o papillon, con nudo pequeño o enorme, según las preferencias. Eduardo VII, a principios del siglo XX, inventa la corbata de nudo libre, la antecesora de la actual. El nudo libre convive con la Lavallière de colores brillantes y de puntas amplias. El nombre del nudo Four in Hand, llamado también americano, simple o de cuatro pasos tiene origen en el homónimo club londinense del siglo XIX.
Es actualmente el más difundido. Eduardo VIII, duque de Windsor, introduce en 1930 un nudo voluminoso que debe ser perfectamente simétrico. Hasta el 1900 existía un solo modo de hacer el nudo; a partir de los años Treinta surgen otros dos y en 1989 se descubre un cuarto, el nudo Pratt. A fines de los años 90, dos investigadores de la Universidad de Cambridge demostraron mediante modelos matemáticos que una corbata convencional tiene ochenta y cinco nudos posibles.
Artesania de excelencia
Elegancia, cultura proyectual, tradición e investigación estilística. Estas son las virtudes extraordinarias que el resto del mundo atribuye de manera unánime a la industria italiana. Gracias a una larga tradición y a la incomparable capacidad de los artesanos, el exquisito gusto italiano, ha conquistado los mercados de todo el mundo.
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